viernes, 2 de marzo de 2012

Pensamiento genial.

Siento dar tanto el coñazo con mi práctica de Filosofía del Derecho pero, como de las entradas anteriores pueden inferirse casi en su totalidad consecuencias negativas, he aquí motivos para la Esperanza (no está preparado ni mucho menos; me ha sorprendido gratamente).

Puedo pecar de cursi pero, dado que mis entradas están escritas en torno a la Civilización Europeo-Occidental (la más "civilizada" de todas, como creo que ya dije una vez) recomiendo leer el texto que voy a reproducir mientras se escucha esta maravilla de canción (sí; yo incluyo al Sr. Tchaikovsky en la tradición grecolatina aunque sólo sea porque la cultura rusa también procede del Cristianismo, aunque sea del Ortodoxo).


Ahí va el texto.

"Posiblemente, que exista el peligro de la tiranía de la mayoría sea, como dice John Stuart Mill, algo que no pueda evitarse en un sistema democrático ya que la mayoría siempre puede tener la tentación de regular ciertos comportamientos que no afectan a terceras personas, o de limitar los derechos de los grupos minoritarios. No obstante, aunque dicho peligro sea inevitable, la política no se define como una tragedia, que nos abocaría a permanecer de brazos cruzados pues nada puede hacerse ante el destino o ante la "posibilidad imposible", sino como un drama, lo cual implica que hay pericia y libertad y que no conocemos por adelantado el desenlace [...]. Por tal motivo, el ingenio humano debe ser consciente de dicho peligro y establecer los mecanismos institucionales apropiados para minimizar dicho riesgo y sus posibles consecuencias negativas."

Miguel A. Ramiro. "A vueltas con el moralismo legal", H.L.A. Hart, Derecho, Libertad y Moralidad, trad. M. A. Ramiro, Dykinson, Madrid, 2006, p. 67.

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