domingo, 18 de marzo de 2012

En la Administración Pública se trabaja. Y bien.

Puede que algunos (entre los que personalmente incluiría a mi respetado comentarista Pedro González en base a algunos comentarios que me ha hecho) se hayan creado una idea estereotipada de mí (NEOliberal sin escrúpulos que busca chuparle la sangre al proletariado por estar al servicio de la banca y etc., etc., etc.-por cierto, siempre me ha hecho gracia lo de neoliberal, ¿qué lo diferencia de un liberal?; por otra parte, ¿qué se entiende hoy en día por proletariado en España?...).

Entre esas personas estarían los de mi clase (los cuales ignoran la existencia de este cuaderno de bitácora) quienes, ante mi insistencia en que los derechos civiles y políticos son de "primera categoría" y los derechos sociales de "segunda categoría", deben pensar que soy una especie de monstruo al intentar cargarme los denominados derechos sociales (pero es porque, como se ponen muy nerviosos en estos temas debido a que siguen dogmas, no me escuchan aunque les esté diciendo a la cara que lo único que busco es subordinarlos a los otros dos tipos de derechos; nada más y nada menos).

A ellos quiero decirles dos cosas. La primera es que están equivocados. Las etiquetas nos sirven para movernos conceptualmente por los diferentes campos del saber, definiendo el ámbito del debate. Sin embargo, en mi caso no es correcto usar etiquetas, más que nada porque entrañan un riesgo; imponen un dogma. Y lo que yo sé (que es lo que defiendo, refiriéndome a las dos materias objeto de ese blog; el Derecho y la Economía) lo sé y lo defiendo porque, según he dado en clase (y por lo que yo he entendido), no hay argumentos que desmientan suficientemente las conclusiones a que he llegado.

Por eso conmigo no sirven las etiquetas, porque yo estoy abierto a la reflexión y a la autocrítica, cambiando de parecer si estoy equivocado (como hice cuando, tras alabar la reforma laboral en varias entradas, de la que La reforma laboral o "Españoles, Franco ha muerto". es la primera, Luis me hizo ver que no es que fuese insuficiente, sino que además era inútil porque no podía resolverse este problema desde las mismas posiciones que lo sustentan; mi "caída del caballo" está expresada aquí).

La segunda es que hoy están de enhorabuena. Hoy (creo que) voy a sorprenderles gratamente.

Y es que hoy quiero defender a los funcionarios.

De forma directa, y por casualidades de la vida, estoy rodeado de funcionarios dos días a la semana (no quiero dar más datos para que no se sepa dónde estudio ni tampoco dónde estoy "trabajando"; y lo entrecomillo porque no cobro y encima pago).

Los funcionarios trabajan. Y muy bien (la cantidad de trabajo podría discutirse; la calidad no). Y hablo de funcionarios, ojo, no de personal de libre designación, grupo del que no conozco a nadie. En el grupo en el que estoy los de escalafones bajos trabajan bien pero, lo que es casi más importante (porque los de escalafones bajos obedecen a los de los escalafones altos), los de escalafones altos también lo hacen.

Ajustan su comportamiento a Derecho y no se dejan llevar por vaivenes ni "bajas pasiones". Si bien es cierto que habrá de todo (como en el sector privado) me ha tocado conocer a personas excepcionales y muy escrupulosas con la Ley. Así, a la hora de efectuar recortes miran muy mucho de dónde recortar y qué efectos va a tener esa decisión (por ejemplo; en un contrato administrativo, ¿elimino esta prestación o esta otra?; ¿cuál va a provocar (más) despidos en la empresa contratista?; etc. y no "¡¡HAY QUE RECORTAR!! ¡ESO FUERA! ¡Y ESO! Etc.").

Yo me devano los sesos todos los días y os puedo asegurar que no sé qué solución dar a los problemas que se plantean (la mayor parte recortes, recortes y más recortes). Por ejemplo; este año hay que bajar un 15% el gasto corriente. ¿De dónde? ¿Les cortamos el agua de los baños? ¿La luz? ¿El teléfono?...¿Les obligamos a trabajar a oscuras, sin poder ir al baño y sin poder llamar a nadie (lo cual es imposible -lo de no llamar por teléfono- por las características del trabajo)? ¿Qué queda entonces? ¿Dejarles sin bolígrafos? Etc., etc. etc.

Por lo que yo observo, en la Administración Pública la lentitud a la hora de tomar decisiones no es debida a vaguería (aunque de todo habrá; aunque sí es cierto que la única persona que me ha hablado de los sindicatos es la funcionaria más antigua, que no mayor, y lo hizo para echar pestes de ellos) sino al extremo respeto a los intereses en conflicto y a la búsqueda escrupulosa del cumplimiento del interés público, salvaguardando a su vez los Derechos y Libertades Fundamentales de los ciudadanos.

Y a todo esto no está obligado el sector privado (a lo de los Derechos y Libertades Fundamentales sí, pero no tan escrupulosamente); por eso son más rápidos y eficaces.

¡¡Ojo!! Hablo de lo que conozco. Habrá funcionarios caraduras, etc. (como esos que, una vez estableció la Comunidad de Madrid que iba a eliminar la mejora por Convenio Colectivo según la cual pagaría los tres primeros días de baja del funcionariado -y según tengo entendido-, se recuperaron de forma milagrosa, acudiendo a trabajar ipso facto). Y de los puestos de libre designación política ni hablo por ignorancia (y de los liberados sindicales ni hablo por vergüenza ajena; porque de esos sí conozco algo; ¡¡y llevo sólo unos dos meses!!).

En fin...lo dicho. Que si yo tuviese que pagar impuestos en -LUGAR INDETERMINADO- estaría bien tranquilo, porque sabría que (por norma general) el cobro de mis impuestos se ha gestionado correctamente. Y, al menos para pagar a los funcionarios encargados de esa gestión, mis impuestos estarían siendo aplicados de forma correcta.

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